jueves, 19 de julio de 2012

A la deriva

En el abismo de mi ser navego, entre venas y arterias ando de nervio a nervio como si una trapecista fuera; pero un paso en falso y mi audaz hazaña se convierte en un naufragio estrepitoso. Mientras caigo, el desasosiego se apodera de mí y en un ataque de pánico grito: ¡Marinera a la deriva! Nadie responde, ni mi subconsciente me hace caso. Estoy sola, atrapada entre vísceras y sangre. Busco una salida, pero el mar esta embravecido.

Pasan los días y aquí sigo, desorientada, sin rumbo fijo. Intento salir a flote pero la tormenta no amaina. Solo quiero una tregua, un mar en calma que me deje resurgir de mis entrañas. Pero mis ojos me delatan, pues, no queda apenas brillo, ni ápice de vida alguno que me ayude a continuar. Solo me queda contemplar al son de tenues latidos, como las burbujas se llevan consigo el aire de mi última exhalación.